Nos quejamos del dolor que el amor produce pero aun así caemos en la tentación de enamorarnos, en esa tentación que nos quita hasta lo más mínimo de cordura de nuestras cabezas haciéndonos cometer grandes locuras sin pensar en la consecuencias que estas traerán, pero en ese momento solo pensamos en esa persona, esa sonrisa, esos ojos café con los que te hace perder el sentido, esas caricias que nos hacen estremecernos de placer y nos pone la piel de gallina, esos simples y pequeños detalles que nos encantan, nos encantan por encima de todo y luchamos por tenerlos, por sentir ese gran y maravilloso sentimiento llamado amor.
No planeamos nada, solo una vida con esa parte de ti, con esa persona que alegra tus días más grises, pero que cuando se van no queda nada, sientes un vacío inmenso y como tu cuerpo se va congelando poco, como tu pequeño corazón, ese aparato tan complejo, se rompe en más de mil pedazos al ver esa persona partir, pero puede que no sea el final, puede que llame a tu puerta una vez más y te haga recordar hasta lo que creías olvidado, que te haga volver a volar con solo mirarte a los ojos y sonreírte, en ese momento cuando vuelve a llamar a tu puerta y te descoloca, te hace perder todo progreso que tenías en olvidarlo y te hace sentir lo que sentiste el primer día que te besó, lo peor de todo es que esa persona no se da cuenta del daño que puede causar al volver para partir una vez más, para dejarnos como un plato roto en el suelo o una foto rota en pedazos, todo es mucho más complejo, y es que si algún día llega el momento de olvidar a esa persona yo ya he perdido el momento, el olvido y la cordura que me hacía olvidar porque aun queriendo olvidar se me olvidó olvidarlo y llegó una vez más el invierno, llegó para congelarme y no dejarme avanzar pero es que cuando él toca a mi puerta sigo teniendo el brillo en los ojos, sigo corriendo desesperadamente por el pasillo para abrirle la puerta, para verlo una vez más y ver esa sonrisa que me deja tonta, aun a pesar de todo el daño causado sigo enamorada hasta de su más odiado defecto y es que es un mecanismo que se activa dentro de mi, me hace olvidar todo aquello que ocurrió y me hace recordar cada sonrisa, cada beso dado, cada caricia, cada 'te amo' que me decía al oído mientras jugábamos a perdernos entre las sábanas, y es que soy débil, él es mi debilidad y mi fuerza a la vez y aunque en este momento sea más débil que nunca aun me quedan fuerzas para luchar, para seguir adelante y para intentar ser feliz, quiero ser su chica, seguir siendo su debilidad, pero llegará el momento en el que estas fuerzas se agoten y tendré que seguir adelante, con o sin él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario